El Facilitador de la Felicidad

Vivimos momentos de crisis, de pesimismo y de baja motivación. Hace unos días leí un artículo en el que se hablaba de las diferentes tipologías de pesimistas en las organizaciones.

Por un lado estaban los llamados “pesimistas crónicos”, aquellos que su lema de existencia podría resumirse en la frase “todo está mal, sea lo que sea y seguirá estando mal”. Creo sinceramente que este perfil existe. Comparto con Emilió Duró, al que recomiendo poder escuchar en alguna de sus magníficas sesiones sobre optimismo, que hay personas, que conviene estar cuanto más lejos de ellas mejor y me explico, alguien que siempre es pesimista y sólo es capaz de ver pesimismo a su alrededor, finalmente sólo es capaz de atraer pesimismo y por tanto, todo a su alrededor se convierte en algo difícil y angustioso. Es el perfil del pesimista crónico, que además de ser crónico, es cronista, esto es, proclama y evangeliza los inconvenientes y desgracias presentes y futuras. Vamos, creo que es un tipo de pesimista complicado y quizás difícil de poder gestionar. ¿No habéis conocido a alguien, en vuestro entorno personal o profesional con este tipo perfil?  

El siguiente nivel de pesimismo lo constituyen los llamados “pesimistas futurólogos”, su función va encaminada a  dar luz futura  en una situación presente que a veces es positiva y otras negativa; sin embargo, su luz futura se basa en la predicción del fin de los tiempos, de las dificultades que siempre nos acechan o de los difíciles momentos que aún nos quedan por vivir. Es un tipo de pesimista cuyo foco es el futuro y no el presente y que utiliza el presente (y el pasado si es necesario) para buscar argumentos que justifiquen su visión particular negativa del mundo. Por tanto, son personas que dedican su capacidad presente  buscando argumentos que ayuden a justificar una situación futura caótica. En este sentido, podemos ser capaces de convivir con ellos y nuestra dificultad y esfuerzos radican en ofrecer argumentos que puedan reorientar el foco inicial del pesimista. Este perfil puede ser interesante y muy útil en nuestro entorno profesional, eso sí, siempre que no sea constantemente sostenible en el tiempo. Suelen ser personas idóneas para adelantarse o realizar forecasting de potenciales dificultades de una determinada decisión a tomar. En el entorno personal, es difícil encontrar este tipo de perfil en nuestro ámbito de amistades más cercano.

Por último nos encontramos con el “pesimista informado”. Su dogma de actuación es claro: “La situación no pinta bien porque así me lo han dicho y yo lo acato”. Este tipo de pesimista no aporta argumentos que justifican su punto de vista. Lo asume con total naturalidad y ejercita su deber en base a las creencias y asimilaciones sin juicio propio. Es feliz así ( o al menos lo asume con bastante normalidad) y no se cuestiona si podría actuar de otra manera. Desde mi humilde punto de vista, es un perfil muy conformista y muy orientado a dejarse llevar por la opinión de terceros. Parece sosegado y calmado pero situaciones que impliquen alto grado de tensión, puede originarle un bajo autoestima. ¿Conocéis a alguno?

Estas tres tipologías de pesimistas no son más que una mera clasificación de perfiles que curiosamente y con un poco de capacidad analítica, podríamos identificar en nuestro entorno más cercano. La reflexión que querría introducir aquí es la de buscar los llamados “facilitadotes de la felicidad”, que nos permitan salir de las situaciones de pesimismo para afrontar con optimismo aquello que aparentemente nos incomoda. Esta nueva figura del “facilitador de la felicidad” no es más que una nueva competencia que deberíamos cada uno de nosotros adoptar en nuestro perfil directivo y con ello, aumentar nuestras competencias profesionales, porque un directivo es capaz de generar una cultura entre los empleados, de manera consciente o no, a través de sus palabras y sus acciones: un directivo LIDERA (impulsa y coordina), GUÏA (explica y enseña) e  INSPIRA (con su forma de comunicación y ejemplo)


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