El riesgo: Un bien necesario


Ayer fue el partido de semifinales de Champions y el resultado y modo en que se desarrolló me ha hecho reflexionar sobre los RIESGOS. Hoy voy a hablar de ellos. En nuestras organizaciones, es muy importante tomar riesgos. Pero para poder entender qué hay detrás de esta palabra, quisiera realizar una gran observación: “Cuanto mayor riesgo se asume, mayor compromiso se adquiere”. Los riesgos comprometen, los riesgos unen, los riesgos son una aventura compartida, los riesgos ofrecen solidaridad y los riesgos nos ayudan a salir de la situación de confort en la que muchas veces nos encontramos. La asunción de un determinado riesgo lleva asociado la búsqueda de un potencial punto de inflexión en el desarrollo de nuestra labor profesional.

El líder que buscamos en nuestras Organizaciones está ligado de manera muy precisa al concepto de riesgo. Es más, tiene un problema y una virtud: le gusta el riesgo, le gusta lanzarse, es audaz, por eso ha hecho lo que ha hecho, y por otro lado está dispuesto al sacrificio personal en aras de unos objetivos más generales y colectivos. Este tipo de liderazgo es el que podemos llamar como carismático, emprendedor y entusiasta. No es un liderazgo a medias, ni representa a un líder administrador; éstos son tibios, conservadores, muy poco propensos al riesgo y con altas dosis de conservadurismo.

El líder carismático se diferencia del resto de las personas por la pasión con que vive cada día, porque toma riesgos personales, maneja habilidades no convencionales y está siempre dispuesto al sacrificio personal. Por eso, el líder carismático construye una confianza excepcional basada en sí mismo, en sus subordinados y en las metas que busca, y cuanto mayor es el riesgo, mayor es la confianza que desarrolla. Tiene un compromiso excepcional con la visión de sus objetivos. Además, se presenta buscando no una ganancia personal sino profundamente preocupado por las necesidades de sus seguidores, porque parece que es lo último que va a poder hacer. Deberíamos preguntarnos con total honestidad: ¿quién tiene la seguridad de que mañana va a suceder aquello que nosotros creemos que va a pasar? ¿Cómo tenemos que vivir nuestra vida? Quizás debemos guiarnos por la premisa básica de: “Viva hoy intensamente, pues no tenemos la certeza de vivir mañana y asuma los riesgos que ello implica”. Éste es nuestro tiempo, éste es nuestro espacio, deberíamos entregar a nuestra labor diaria (personal y profesional) aquello necesario para no quedarnos con esos resabios de que pudo haber sido y no fue, o pude haberlo hecho y no lo hice. 
El riesgo es sano y el riesgo es necesario pero, ¿Podemos ser capacees de asumir riesgos cada día? ¿Somos conscientes de nuestra necesidad básica de creer y buscar el riesgo?

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